Preventa Oficial Cultural 2015

SANARSE Y CURARSE: ¿SON LO MISMO?. UN ARTÍCULO DE SONIA LLERA. TERAPEUTA.

Seguramente, si me hubieran formulado esta pregunta hace unos cinco años habría respondido, sin titubear: ¡Pues claro, vaya pregunta!. Ahora, después de haber iniciado un proceso de crecimiento personal muy bonito e intenso, tengo claro que, desde luego, no son lo mismo.

Para mí, curarse es aliviar o hacer desaparecer los síntomas de lo que llamamos enfermedad. Sanarse es identificar y tratar la raíz de esa enfermedad para erradicarla definitivamente.
Entonces, ¿cómo podemos sanarnos?

Hay que partir de la base que, la enfermedad no existe: lo que llamamos enfermedad no es más que una llamada de nuestro cuerpo a cambiar una percepción errónea sobre las cosas que ocurren en nuestra vida. Y la percepción errónea -la enfermedad- se produce en situaciones en que se generan emociones negativas (disfuncionales) vividas en soledad y no expresadas.

Por ejemplo, si cuando me pongo nerviosa o estoy estresada guardo y contengo en mi interior la emoción que se deriva de ese estado, sin hacer nada para darle escape y sacarla de mi cuerpo, seguramente tendré problemas con el estómago, que pueden ir desde no poder comer nada por el malestar hasta dolores agudos y problemas más serios, como úlceras.

Esto sería lo que llamamos enfermedad. La curaríamos yendo al médico y aplicando el tratamiento que nos recetara, fueran medicamentos directamente o con posterioridad a pruebas y diagnóstico. Pero ello no la sanaría: sanar esta situación implicaría tomar consciencia de que, en vez de ser un sujeto a merced de la situación que me viene sin que yo haya hecho nada por merecerla ("soy una víctima"), tengo el poder para afrontar cada situación en mi vida como yo quiera; que puedo elegir adoptar una actitud de tranquilidad y mantener mi paz interior ("soy co-creadora de mi vida"), para ocuparme de la situación y no preocuparme; y recordar que, si soy presa de los nervios o la angustia, me lo permito, me perdono y actúo de la mejor forma para que mi cuerpo no retenga ni los nervios ni la angustia.

La primera actitud, la de víctima, corresponde a una mente dual o newtoniana, que es aquella que percibe que en mi vida estoy yo y afuera el resto del mundo, y que casi todo lo que ocurre no depende de mí, viene provocado por los demás y, sobretodo, no puedo cambiarlo ni influir sobre ello: tengo que resignarme, y ello implica que, seguramente, no me gusta pero me aguanto. Ese "no me gusta pero me aguanto" implica que siento una emoción negativa ante la situación y resisto porque no tengo más remedio, porque estoy convencida que no puedo hacer nada por cambiarla. Y lo peor de todo es que al ego le encanta llevarnos al victimismo cada vez que puede porque, aunque no seamos felices, es conocido y muuuuuy cómodo.

La segunda actitud, la de co-creadora, corresponde a una mente cuántica, que percibe que no hay diferencia entre los demás y yo, que todos somos una única energía, y que como es adentro es afuera y viceversa. Dentro de esta percepción, se reconoce que no hay materia como la conocemos, sino que todo es energía y posibilidades infinitas que se materializan en el momento en que fijamos la atención y observamos, lo cual conlleva aplicar los filtros personales que traemos incorporados en nuestros inconscientes (por programas del árbol familiar, creencias limitantes, experiencias de esta y otras vidas...). Por ello no hay una única realidad, sino tantas realidades como personas en este mundo. Y puesto que no hay materia, no existe lo que conocemos como "los demás", sino que todo lo que veo a mi alrededor en mi realidad son espejos que mi inconsciente ha buscado para ayudarme a ver aquello que tengo oculto en él, y que necesito trabajar para verlo fuera de mí y darme cuenta que debo sanarlo. Los espejos también me sirven para ver aquellas cualidades que tengo y que no aprecio de mí misma a través de las cualidades que aprecio en "los demás".
Por otro lado, si no hay materia sino energía, y si todos somos una única energía, significa que podemos alterar lo que ocurre en nuestra realidad tan sólo alterando nuestra propia energía, porque ello alterará la energía que proyectamos al exterior. En definitiva, nuestra realidad no nos viene impuesta por un ente superior sino que somos co-creadores de ella.

Por lo tanto, sanarse es pasar de la percepción de una mente dual, que entra en el victimismo cada vez que el ego quiere, a una mente cuántica que se sabe co-creadora de la realidad y dueña del modo en que afronta las situaciones que el inconsciente hace aflorar.

La pregunta es: ¿y cómo cambio de percepción para sanarme?
A mi entender hay tres pasos: aceptar que lo que tengo en mi realidad lo he creado yo misma (cuanto más me resista más entro en el victimismo y menos cuántica es mi mente); observar desde fuera lo que tengo en mi realidad para tomar consciencia de qué debo trabajar, en qué debo cambiar mi percepción; y aplicar aquellas herramientas que me ayudan a materializar la intención de hacer ese cambio.

Hay muchas herramientas: decretos, meditación, visualización creativa, silla cuántica, caja azul, Ho'oponopono, tapping, curación cuántica, el código de la emoción, ... Lo importante, no obstante, no es qué herramienta utilizar, que es el último paso, sino empezar por el primero para iniciar el verdadero proceso de sanación y crecimiento interior.


Y lo mejor de todo es que, a medida que una se sana a sí misma contribuye a sanar la energía de todo su entorno.

2 comentarios:

  1. Un artículo muy revelador, claro y conciso. Imprescindible en nuestro proceso de sanación.
    Gracias por compartir tu sabiduría.

    Namaste

    Mari Carmen

    ResponderEliminar
  2. Estupendo compendio de saber para mejorarnos y asi dar luz a los que puedan estar cerca de nosotros, si asi lo quieren las estrellas, un beso Sonia Llera.

    ResponderEliminar